viernes, 11 de marzo de 2011

Compartir fuego- Capitulo I.


Vine aquí en busca de algo que nunca pude encontrar antes.

No quiere decir que no haya sido feliz, siempre lo fui, tuve comida, familia, estudios, me fui de fiesta varias veces, y una que otra vez  experimenté una extrema felicidad, pero no podía evitar sentir un vacío, que nunca encontré llenar ni durante ni después de la adolescencia, ni en mi adultez que sigue siendo juventud…  a mis 24 años decido dejar todo por un tiempo, y lo único antiguo que aún llevo conmigo son mis ganas de encontrar algo más, algo que nunca me atreví a soñar, para no defraudarme con lo que llegase, si es cierto que nunca he sido muy optimista…  tampoco me he sentido muy conforme con mis labios rojos, mis ojos saltones y mi cabello ondulado tan difícil de controlar en días lluviosos, para mi suerte llueve poco donde solía vivir.


         Sus botas de cuero sonaban marcando cada paso,  pateando sin querer las hojas secas de tono naranja que adornaban el piso, empujaban también alguna colilla de cigarrillo y el polvo que depositaban los demás zapatos que traían desde lejos, desde la cafetería de la esquina, desde el otro lado del mundo y el otro lado de la acera.

         Una  canción de Devendra ambientaba su caminata hasta el banquillo más cercano, inspirándola a conseguir algo en el camino o quizá una vez quieta en el destino, haciendo su alma regocijarse al ritmo de un arpegio feliz, una voz ronca y una melodía repetitiva.

La vista anunciaba un banquillo debajo de un árbol con pocas hojas y muchas ramas,  que daba una leve sombra a pesar de la escasez  de sus pequeñas sombrillas verdes a cada extremo de sus brazos, el banquillo parecía esperar su llegada, parecía que la invitaba a llenar su vacío con sus pantalones de jean azul claro, que guardaban en un bolsillo una caja de marlboro rojo que tanto preciaban sus  labios.

         La chica agitó un par de veces golpeando con la palma de sus manos la caja de cigarrillos para asentar la nicotina dispareja, y sacó uno  recordando con algo de molestia que no tenía un encendedor al alcance, ya había buscado hasta el fondo de su cartera de mujer, entre maquillaje dinero y facturas, había eso y mucho más, todo exceptuando un encendedor.

         Ella poco creía en milagros, en divinidades y en Dios como un ser supremo, sin embargo al escuchar el sonido de un dedo apretando el botón de un mechero estilo zippo sostenido por las manos de un sujeto alto, vestido de cuero y jean azul, barba poblada, rasgos finos y mandíbula protuberante, no pudo evitar sentirse bajo voluntad del universo, bajo obra de moléculas optimistas y energías multicolores que posicionaron al sujeto y su zippo en el momento justo y espacio físico exacto.

          Él levanto la mano mostrando el mechero, alzando una ceja y curveando la boca, en señal de ofrenda…

-Sí, no tenía fuego para prender el cigarrillo y lo había olvid…
-Lo noté. 
 La interrumpió él sonriendo y colocándole el mechero en sus manos.

         Ambas vistas se dirigieron hacia el frente, notaban las hojas caer, la gente pasar, los niños jugar, las aves cantar y un silencio por primera vez cómodo apoderarse de la situación, un silencio que daba cabida a el sonido de el humo saliendo de sus bocas.

El sujeto toma asiento en el espaldar del banquillo, logrando así hacer compañía con sus botas de cuero negro a las piernas de ella, la chica sube la mirada empezando por la suela de los zapatos, recorriendo sus jeans rotos en las rodillas, su mano que sostenía su cuerpo, subiendo por su chaqueta de cuero negro para hacer juego con sus botas, perdiéndose en su poblada barba castaño claro y deteniéndose en sus labios, recorriendo su vestimenta para llenarse de ganas, como se llenaba de humo mientras fumaba al admirarlo.

-¿Por qué fumas? Pregunta ella recordando en su mente la respuesta a esa misma pregunta.

-Me da tiempo para pensar, me gusta la sensación de hormigueo con el primer cigarrillo del día,  e innegable el hecho de… de que ya es un vicio, que mis dedos piden a gritos un cigarrillo entre el  índice y el medio, y mi cuerpo canta síntomas la necesidad de nicotina recorriendo mi sangre, pero soy una persona optimista, entonces me parece que me da mucho tiempo para pensar y reflexionar, quizá sólo me gusta fumar. – Responde el con una carcajada silenciosa y apenada.
-Me agradan tus razones, ¿quieres saber por qué fumo yo?
Sin saber si el se interesaba o no, simplemente dio sus razones, se sentía a gusto para hablar a pesar del poco tiempo compartiendo el mismo asiento.

-Me gusta el humo, a veces me gusta no aspirarlo, mantenerlo en mi boca y expulsarlo, se vuelve mas espeso, decora el aire… sí lo haces acostado y hacia el cielo de noche, es inevitablemente alucinante.

-¿Cómo? Muéstrame. – Dijo él.

Fumó un poco de cigarrillo sin aspirar el humo, manteniéndolo en su boca por unos segundos para hacerlo espeso, abrió su boca y dejó el humo salir,  el atravesó su dedo entre la cortina de humo en espiral, sintiendo su aliento caliente cobijar su mano, y dándole un pequeño susto al chasquear los dedos.

- Denis, estoy durante las mañanas tocando en la Plaza Central, algún día pásate… y con algún día me refiero a no más de dos o tres.